sábado, 20 de septiembre de 2014

MARÍA AMÉRIGO, A PRESENCIA DE CASI CIEN PERSONAS, PRESENTÓ SU CUADRO “EL ENCUENTRO”, EN EL TALLER DE “MIRAR UN CUADRO”


<EL ESTRADO Y EL PATIO DE BUTACAS>
<MARÍA AMÉRIGO Y CARLOS BERMEJO>
<LA PROTAGONISTA SATISFECHA DE LA QUE VA NARRANDO EL PRESENTADOR>
<JULIO ESCRIBANO, BUSCANDO SIEMPRE LA ORIGINALIDAD DE SUS TOMAS>
<EL MOMENTO DE DESVELAR EL MISTERIO DEL CUADRO>
<LA SIRENA QUE PERDIÓ LA COLA AL ENAMORARSE DE UN TERRÍCOLA>
<MARÍA AMÉRIGO, DESVELA A MEDIAS EL SIGNIFICADO SIMBOLISTAS DEL CUADRO>
<JUAN MANUEL AMÉRIGO, CONTANDO UNA ANÉCDOTA RELATIVA A LA SAGA ARTÍSTICA DE LOS AMÉRIGO>
<JOSÉ MARÍA BERMEJO,LE REGALÓ A MARÍA UNA DE SUS LLAMADAS "PIJADILLAS">
<MOMENTO EN EL QUE LA MANO INOCENTE DE ELENA SACA EL NUMERO DE LA SUERTE>
<TOMÁS MARTINEZ, FUE EL AGRACIADO CON EL COLLAGE QUE MARÍA REGALÓ>
<NUESTRO PRESIDENTE CERRÓ EL ACTO CON PALABRAS DE ELOGIO PARA MARÍA Y PARA EL "ESCRIPINTOR">
<LA SIRENA QUE PERDIÓ LA COLA, PERO GANÓ UNAS PIERNAS  QUE A LOS TERRÍCOLAS NOS GUSTAN MÁS>
< FOTO DE FAMILIA, A FALTA DE LOS QUE YA SE HABÍAN MARCHADO>
<ASPECTO DEL PUBLICO SATISFECHO DE LO QUE OÍAN>
<MOMENTO EN EL QUE LOLY GONZALEZ DE MATA, ENTREGA A JUAN MANUEL AMÉRIGO, EL EXCELENTE RETRATO AL PASTEL QUE LE HA HECHO>
<VISTA POR RETAGUARDIA DEL ASPECTO QUE PRESENTABA LA SALA DURANTE EL ACTO>

Esta noche, ante casi un centenar de  familiares, amigos y compañeros de Asociación, MARÍA AMÉRIGO ha comparecido invitada por CARLOS BERMEJO,  al taller de “MIRAR UN CUADRO”,  para presentar  su cuadro inédito, que con el título “EL ENCUENTRO”, ha suscitado gran expectación entre los asistente, por ser inédito, por ser de gran formato y por esconder en su composición temática, alguna de las claves personales de la vida de MARÍA, que el coordinador había insinuado en la glosa artística y personal con la que recibió a la protagonista de esta nueva sesión de “MIRAR UN CUADRO”, que ha resultado ser de su  agrado y de las personas que asistieron al acto.
  Al finalizar la glosa, que más abajo se cuelga entera para que quien quiera conocer más a MARÍA AMÉRIGO, pintora  y persona, ella nos dio una sucinta explicación de alguna de las claves que el cuadro encierra, para lo cual hizo, como en el collage, puro simbolismo: “En los cuentos de sirenas se dice que cuando una sirena se enamora de un terrícola, pierden sus cualidades mágicas y su cola de pez y con ella  la posibilidad de regresar a su mundo acuático. La sirena seguramente ha sido uno de los seres acuáticos más románticos recreados por la literatura y la pintura; es la imagen lírica del amor imposible, y como todo lo extraño y misterioso, resulta profundamente deseada. Ella ama y vivirá en la superficie, en la playa y el  litoral y abandona el mar por mostrar también todo lo que hay en sus profundidades, y lo hace pintando todo lo que allí vio…”
  Con ese simbólico cuento de sirenas, MARÍA nos estaba contando  su propia vida, que luego, en las preguntas que le hicieron alguno de los asistentes,  precisó más y en coincidencia con la semblanza  que de ella habia  hecho CARLOS BERMEJO  en su glosa: ella es la sirena que perdió la cola al enamorarse y aunque siguió viviendo a la orilla de la mar, ya no pudo volver a vivir en su seno, cuando se quedó sin amor y sin cola…Sin  embargo palio su dolor por el paraíso perdido, refugiándose en la pintura  y con ella  se dedica a reflejar  la añoranza  y el recuerdo de cuando era feliz  en su mundo acuático.
  Tras finalizar la presentación, LOLY  GONZALEZ DE MATA, le hizo entrega a otro AMÉRIGO  de la saga familiar de grandes artistas: nuestro compañero JUAN MANUEL AMÉRIGO, de un retrato al pastel que gustó sobremanera al retratado y a todos los asistentes al acto, que alabaron su calidad como retrato y el profundo parecido entre el modelo y la obra. También MARÍA recibió como regalo una acuarela de JOSÉ MARÍA BERMEJO, que se desplazó desde Molina de Segura para acompañar a MARÍA, el día de su comparecencia en MIRAR UN CUADRO.
 MARÍA,  recibió al finalizar el acto, el más grande y cálido de los aplausos que se ha escuchado en nuestro CENTRO DE ARTE y tras ello se sorteó entre los asistentes un de sus excelentes collages, que le tocó en suerte a nuestro compañero fotógrafo TOMÁS MARTINEZ, socio reciente y con  suerte.
 Y ya para terminar, decir que la obra “EL ENCUENTRO” además de   simbólica en el tema,  como pintura, ¡EXCELENTE Y ORIGINAL!
Carlos Bermejo
Creador, coordinador y presentador de “MIRAR UN CUADRO”
Alicante, 19 de septiembre de 2014


MIRAR UN CUADRO: MARÍA AMÉRIGO
OBRA: “EL ENCUENTRO”
          
   Hace ahora dos años, que por este taller de MIRAR UN CUADRO, pasó como  último de mis cuarenta y dos invitados hasta el momento, nuestro común amigo RAMÓN RODRIGUEZ.
De entonces para acá, se han incorporado a la Asociación más de un centenar de nuevos socios, que no saben  de qué va esto. Por eso me vais a permitir y yo me lo permito, el hacer un poco de historia, antes de dar paso e incorporar  a MARÍA AMÉRIGO  como  nuevo personaje a la saga de artistas y amigos que ha pasado por el trance de mostrar una de sus obras inéditas para ser “diseccionada, admirada  o criticada”, según la idea con la que nació, en noviembre de dos mil seis y con Carmen Rubio como dócil conejito de indias, esta mi iniciativa al comienzo de mis funciones como secretario de la nueva época de la Asociación: la vivida bajo el actual mandato de nuestro querido presidente JUAN ANTONIO POBLADOR.
  Con la primeras treinta y tres historias, en febrero de 2009 edite por mi cuenta un libro con el título “MIRAR UN CUADRO Y ALGO MÁS”,  del que tiré trescientos ejemplares de los que vendí a precio de coste, unos ochenta, regalé otros tantos y el resto los tengo guardados durmiendo el sueño de los justos, esperando por aquello de que el buen paño en el arca se vende, venderlos algún día y que me lo compren incluso, alguno de los personajes que aparecen en él, que no se dignaron comprarlo.
 Sin embargo, algo tendrá el vino cuando lo bendicen, pues en alguna ocasión alguien me preguntó que “si habia lista de invitados para pasar por Mirar un Cuadro y que cuando le iba a tocar a ella”, a lo que yo le contesté que ni habia lista ni yo mismo sabia los que iban a pasar, pues tenían que darse unas condiciones mínimas para ser invitados: ¿Y cuáles son esas condiciones para que mi libre albedrio se decida a invitar a éste taller para el que no tengo ninguna  obligación contractual  en mi condición de secretario y coordinado de talleres?,  pues responden a las siguientes preguntas que entonces le hice y me hice, y que siguen vigentes al día   de hoy:
¿A quién invito? Pues a quien conozco más o menos bien, condición indispensable para hacer una semblanza personal que sea, en lo posible, fiel reflejo de la personalidad del retratado. Naturalmente a los que mejor conozco, son aquellos a los que considero amigos más o menos cercanos y  aunque para mí todos los asociados son amigos y colegas,  nadie me podrá negar el derecho a serlo de unos más que de otros.
   Pero esa condición de amigos cercanos a los que mejor conozco, aunque importante, no es la única condicionante  en mi decisión. Cuenta y mucho, el conocimiento y la buena opinión que yo tenga sobre su obra, a fin de poder enjuiciarla sabiendo lo que digo y favorablemente, pues, como ya he dicho muchas veces, a un invitado no se le pueden sacar las vergüenzas y si, alabarle todo lo positivo que le puedas encontrar. Por tanto voy invitando  a aquellos, que a mi criterio, tienen ya  una obra digna y más o menos consolidada. Condición  que en este momento no tienen todos y cada uno de nuestros asociados, pero que con el trabajo y la experiencia,  todos acabaran teniendo.
¿Cuándo invito? Pues cuando lo creo conveniente, de forma aleatoria y por impulsos subjetivos que no puedo concretar. Tengo algunos in mente y un día veo la ocasión propicia de tener una imprescindible y extensa conversación con uno de ellos y comienzo a escribir, en base a lo que me ha contado, pero más en lo que yo observo en él y por supuesto, en su obra. Así de simple. Pero desde luego no tengo ninguna lista por orden de petición, pues estas cosas no se piden, se hacen por quien puede hacerlas: en este caso yo, que fui el creador-presentador de este Taller, que  igualmente coordino. Cuando deje  el puesto a otro, que podrá hacerlo igual o mejor que yo, seguro que él tendrá otro criterio.
 Dicho todo eso, que he considerado imprescindible decir, hoy viene invitada por mí, una de esas personas que cumplen con creces todos esos requisitos antes enumerados: ella es MARÍA AMERIGO, mujer singular en todos los sentidos, que nos trae uno de los últimos cuadros de su extensa producción, desconocido en el patio de vecindad de Facebook, donde habitualmente nos los muestra casi nasciturus, y sin recato alguno van colgado secuencias y comentarios sobre su concepción creativa, hasta que los vemos nacer a plena luz y ya se los quita de encima; los desteta,  los da por terminados y sin descaso ni pausa, comienza otro concebido en su inagotable imaginación.
  Todos los que nos movemos por Facebook, conocemos la andadura artística de MARÍA, que es pública y notoria, pero no tanto aunque algo sí, su transcurso personal por la vida.
  Ella es tan alicantina, como La Explanada, la playa del Postiguet el castillo de Santa Bárbara o el Pasaje de Amerigo, calle particular que enlaza o enlazaba las de Altamira y Mayor, construida para dotar de fachadas al gran edificio que  construyó su tatarabuelo, indiano que volvió inmensamente rico de la América por entonces española y aquí amplió su fortuna en actividades tales como las grandes obras públicas y urbanas: edificios singulares, traídas de aguas, ferrocarriles y, lo más importante, con su fortuna creó las circunstancias que facilitan el acceso a los bienes culturales de los que se dotó y crearon el ambiente artistico susceptible de influir en la saga familiar que le siguió, en la que sobresalieron empresarios, diplomáticos y políticos, y  sobre todo artistas de las varias generaciones de “los Amérigos”, que llegan hasta MARÍA  y muy probablemente se prologarán más allá, pues en las distintas  ramas del árbol familiar los hay en la actualidad, como su primo y compañero nuestro, JUAN MANUEL,  y todo indica que los seguirá habiendo en un futuro.
  Pues bien, en el seno de tal familia nació nuestra MARÍA, y desde que tomó conciencia de sí misma se ve con los  lápices en la mano, tratando de imitar a un padre al que adora y al  que ve un día y otro sacando cuadros de la chistera de un lienzo en blanco que la dejan asombrada, y no solo a ella, pues aunque maestro de profesión, su padre es un buen pintor de la saga artística de los Amerigo.
   Decidme, si  el  ambiente familiar en el  que desde que vino al mundo se vió envuelta, más la carga genética que paulatinamente se habia ido transmitiendo de padres a hijos, MARÍA podría devenir con el tiempo, en otra cosa que  no fuese la de ser pintora?
  Sin embargo lo intentó por  otros caminos, con estudios varios, de primaria y secundaria, bachiller superior incluido,  y en varias profesiones  que, mira por donde, casi siempre fueron algo asi como sucedáneos de la pintura: cursos de delineación;  estética y asesoría de imagen, impartiendo clases en el Colegio “La Santa Faz” de San Vicente del Raspeig; clases de pintura en el  “Colegio Calasancio” que ya eran como de tanteo para llegar, después de muchas buenas y  malas vicisitudes, a donde estaba predestinada a llegar y a donde ha llegado por la llamada atávica de sus ancestros.
  Y fue ya, cuando renaciendo moralmente de una etapa de su vida que habia dejado atrás con loable esfuerzo de superación, del que más adelante diré todo lo que tenga que decir, cuando se agarró a la tabla de salvación de su pasión dormida, (que no muerta), en lo más recóndito de su alma sensible y se volcó con toda la pasión y entrega de la que es capaz, a  la pintura.
  Para ello, y con el ligero bagaje que ya traía, comenzó a formarse en  las distintas técnicas: dibujo con Javier Rueda, acuarela con Eduardo Berenguer, óleo con Rafael Llorens, y en estilos varios influenciada por sus maestros: realismo, impresionismo y los distintos sucedáneos en los que se desenvuelve el realismo figurativo, hasta que se despega del bienamado abrazo del oso de los profesores que tratan de clonarse en sus alumnos, algo que  muchos lo consiguen como es el caso de MARÍA y campa a sus anchas y libre de ataduras y pasito a pasito se va dotando de técnica y estilo propio y con todas las posibles en un revoltijo barroco en la forma y expresionista en el color,  va haciendo una obra original que en su culminación expositiva con la última de sus exposiciones en el Centro Municipal de las Artes, nos sorprende a todos y nos impacta de tal forma que entonces dije y me reitero en ello “ El “dialogo” de MARÍA AMÉRIGO  con los colores, es un dialogo apasionado y visceral entablado entre ella y sus sueños, que aflora a la superficie del lienzo, de la tabla o del papel, con la fuerza y el color de un volcán en erupción. Sus collages son auténticos caleidoscopios de estilos, formas y colores excelentemente estructurados y armonizados, explosionando cual mascleta sanjuanera. Una autentica gozada para los sentidos, que a la vez retratan a la artista y a la persona, porque MARÍA y su pintura son una misma cosa; “el estilo soy yo y todo lo que me rodea” puede decir con franqueza y verdad, pues cuando pinta se mete en el cuadro física y mentalmente; se embadurna de colores y dialoga con ellos de tú a tú; prueba y retoca hasta sacarles el secreto de la armonía, del equilibrio de masas y del contraste. Y asi una y otra vez; de cuadro en cuadro, avanza por el camino de una obra que se va haciendo al andar, pero que nunca llega al final, porque para  una autentica artista, como los es MARÍA AMÉRIGO, la meta está en el infinito”.
 MARÍA, no tiene un gran curriculum expositivo para la inmensa obra que ya acumula; algunas colectivas, sobre todo desde que se asoció con nosotros hace unos seis años, otras dos o tres de grupo más o menos reducido y una o dos individuales, entre la que destaca la del Centro de las Artes, a la que antes me refería. Pero teniendo en cuenta los pocos años que lleva plenamente volcada en la pintura, tampoco está mal y ya es mucho.
 Sin embargo en ese tiempo, ha quemado varias etapas en su aprendizaje, en unas acompañada por quienes le enseñaron lo más fundamental de la técnica y en otras en la soledad sonora de su casa-estudio a la orilla del mar, donde la monótona música de las olas le han ido empujando hacia ese quehacer obsesivamente creativo que la está llevando al logro de ese estilo personal al que antes me refería, con la misma persistencia con la que las olas rompen en la playa trayendo con ellas, como MARIA  a su pintura, los vestigios muertos del fondo de la mar (caracolas y  estrellas de mar, peces y algas, conchas y caparazones ) a los que ella da vida artististica para que nunca mueran , en sus cuadros y collages.
  MARÍA, utiliza infinidad de técnicas y medios para la realización de sus obras y todas tiene cabida en algunos de sus cuadros de mayor impacto: óleo, guache, acuarela, papel y otros materiales que a cualquier pintor poco creativo, le parecerían inusitado en un cuadro, ella los incorpora con maestría artesanal  y por arte de su arte, los convierte en objetos que armonizados por el color con el que los enlaza,  por el peso y la forma  de su masa en el conjunto equilibrado del cuadro, coadyuvan al abigarramiento barroco de sus collages, en el que a mi entender reside, lo más original de su obra que, si tiene influencias de algún otro artista, para mí es desconocido, aunque ya sabemos que nadie surge de la nada, porque la nada es nada y su pintura es ya mucho, aun cuando pudiera tener algo de alguien que a mí se me escapa.
Y aunque, por ahora, lo más significativo de la obra de MARÍA AMÉRIGO, sean su collages, ella sigue tocando la figura humana buscando siempre los temas más coloristas en la línea de las fovistas y las formas desgarbadas y un tanto manieristas, que le dan una gracia que no se si intencionada o no, pero que me gustaron desde aquella colectiva a cuatro, (los otros eran Jaime Iborra, José Mª de la Cueva y José Ángel Sogor), en el Museo del Calzado de Elda, que para mí supuso el descubrimiento de una Amérigo de la que por entonces sabía poco.
  Uno de los últimos cuadros de MARÍA, (el último es el  que, seguramente, pintó anoche), tiene por título “EL ENCUENTRO”. Se trata de la obra pictórica que va  someter a vuestro juicio y opinión,  pero es algo más que eso: en  su simbología, según insinuaciones de ella  y deducciones mías, encierra entre los cuatro listones que lo enmarca, la respuesta enigmática y esotérica, a la vida sentimental de MARIA, que ha estado marcada por aquellas “buenas y malas vicisitudes” a las que antes me refería y que darían mucho para hablar, pero de las  que yo voy a hablar de forma criptica, para decir poco y que se entienda algo de la gloria de los días de vino y rosas, que dijo el poeta, y de las tristezas del desamor, del engaño y el  desengaño  por los que MARÍA, la dulce y sentimental “MARIA bonita, MARÍA del alma…” tuvo que pasar tras más de veinte años encadenada a un matrimonio consumado en plena efervescencia y apasionamiento amoroso, llevado a cabo en la plenitud de la belleza de sus veintiuno años  que se rompe “civilizadamente” y es generosamente compensada en lo económico por la parte contraria, pero que le dejan junto al regalo de dos hijos que son consuelo para su afligimiento, hundida en  un desanimo moral que la llevan al borde del abismo, donde milagrosamente, se mantiene sin caer en él durante más de un año y del que logra salir  agarrándose a la pasión dormida por  la pintura y en ella encuentra su particular refugio de los afligidos, del que otra MARÍA y madre nuestra es receptaría para quien en ella cree.
   Sin embargo, no podía terminar así, la vida amorosa de quien respira amor como el paisaje idílico que Don Juan pinta para enamora a Doña Inés. Y con la pintura, llega el encuentro con el fantasma de un primer amor de adolescencia, que la realidad de casi treinta años después, le ha despojado de romanticismo y arrastra tras de sí hijos y viudedad, y la sombra de Rebeca se interpone entre él y ella  y sus hijos y no cuaja por aquello de que no es posible recobrar el tiempo perdido aunque sea Proust el que lo busque…
  Y de nuevo, la ilusión de un posible amor para todo el resto de su vida, que solo  dura cinco años y finaliza por aquello que solo saben los enamorados, y en cuyo desenlace pueden influir los hijos de uno y otra, los caracteres y manías que con los años forman una especie de caparazón de los que es muy difícil desprenderse para empezar de nuevo,  y algo tan importante, como lo que pueda ocurrir tras la puerta de una alcoba que se cierra para los que quedamos fuera y sobre lo que no es sensato, ni siquiera posible, especular.
  ¿Pero es posible que, quien como MARÍA a sus jóvenes cincuenta años y con media vida por delante, que respira amor por todos los poros de su piel y a la que una aureola de feminidad y encanto la envuelven, se haya cerrado al amor?  No, no es posible, aunque si complicado, porque en el mercado amoroso a esas edades, los desechos de tienta y los resabiados son legión y no es fácil encontrar un mirlo blanco e impoluto  y sí muchos negros y desplumados de cabeza y muchas veces hasta con ronchas en el corazón que los invalidan para amar…
 Y ella, ¿Cómo es ella? ¿Qué aportaría ella a una convivencia armónica y abierta al amor? Pues lo que está a la vista no puede ser más atractivo: belleza apenas sin artificios y una figura envidiable, elegancia y clase natural para desenvolverse en todos los ambientes, ropas en consonancia, voz armoniosa y bien timbrada, mesurada y cálida al hablar y  sensual al cantar, porque hasta esa virtud le adorna como nos lo  demostró en la noche de “LA MUSICA, EL CANTO Y LA DECLAMACIÓN” en el jardín de Villaelena, cuando en solitario interpretó con pasión y emoción esa canción de Mari Trini, que en ciertos aspectos parecía hecha para ella, con esos “amores que se van marchando como las olas del mar”;  ese mar tan cercano a su casa y a su vida, en la que estoy seguro MARÍA  habrá escrito más de un poema “huyendo de la soledad”  y recordando con nostalgia  “sus quince años” en los que “dejó su cuerpo abrazar”…
   Todo eso y mucho más, como dice la manida frase publicitaria, es lo que MARÍA podría aportar, junto a una imagen multiplicada hasta el infinito por las redes sociales, que le dan un protagonismo buscado como todo aquel que se quiere asi mismo, reflejado en los cientos, en los miles de “ME GUSTA” y de “COMENTARIOS” laudatorios para ella y para esos cuadros que exhibe recién nacidos, con tanto orgullo como una recién parida nos muestra a su bebé.
 Pero el retrato de MARIA, estaría incompleto si además del parecido, éste retratista no reflejara algo de lo que hay tras el físico de la retratada, de su carácter: el apasionamiento con el que defiende sus ideas, que las tiene en todo y para todo, y que en las “Tertulias de los jueves” que aquí se reúnen, se expresa con ardor  y en general muy bien documentada en sus argumentos, y que a veces  se manifiesta con esas salidas de tono, cuando se le corta a medias su exposición argumental, algo  que le llegan a  incomodar  y despierta su excesiva sensibilidad emocional hasta el punto de amagar con romper la baraja, pero nunca acaba por romperla. Sensibilidad y  pasión  a flor de piel que también se manifiesta, en su sus fobias y sus filias, a alguien o algo. Pero decidme: ¿esa actitud no es consustancial a todos nosotros…? Pues entonces olvidémonos de esos defectillos que en nada empañan, la bondad, la simpatía arrolladora de nuestra querida y admirada MARÍA AMÉRIGO, de la artististica saga de los “amérigos de toda la vida”, a la que queremos y consideramos una artista con estilo propio y un importante puntal entre la pleyade de nuestras compañeras de Asociación que las hacen grande, y que hoy viene a pasar el examen de su obra inédita “EL ENCUENTRO”, y  a satisfacer nuestro interés  por saber algo de lo que el cuadro, al margen de lo que se ve, ella nos pueda decir.
 Muchas gracias y si antes MARÍA no tiene nada que decir a lo que de ella en dicho,  develaremos la obra ¡milagrosamente inédita!  y se abrirán las opiniones.
Alicante, 19 de septiembre de 2014
Carlos Bermejo

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