viernes, 16 de marzo de 2018

CRÓNICA DE LA TERTULIA DE ARTE DEL JUEVES 16 DE MARZO. POR MARÍA ROSA AZORIN MATESANZ.



En la última sesión nuestra protagonista fue Maruja Mallo, una de las artistas olvidadas del grupo de intelectuales que formó la “generación del 27” del pasado s. XX en España.  Conoció a todos los importantes: Dalí, Buñuel, Lorca, Alberti,… y a las mujeres que también fueron importantes en el grupo pero que no se las ha reconocido durante mucho tiempo: Concha Méndez, Margarita Manso, María Zambrano, Josefina Carabias… Eran jóvenes que amaban su libertad y actuaban con espontaneidad y sin remilgos:  escritoras, filósofas, artistas, poetas, periodistas, preparadas para ejercer un trabajo digno en la sociedad sin olvidar su condición de mujer.  Maruja Mallo era un espíritu inquieto, muy activa, transgresora en su vida privada y en su arte. Su carrera artística fue una continua experimentación. No tuvo necesidad de conseguir un estilo propio. Trabajó en muchas disciplinas: pintura, cerámica, ilustración, escenografía… Participó con artículos en varias revistas literarias (de ahí que Ortega y Gasset le ofreciera una exposición individual en 1928 en los salones de la Revista de Occidente que él patrocinaba) Con Rafael Alberti tuvo una relación amorosa que no acabó bien, pero una colaboración artística muy fructífera, en la que ella ilustraba sus poemas y sus teatros. También tuvo una aventura con el poeta Miguel Hernández. Fue profesora de instituto y colaboró en las Misiones Pedagógicas durante la República.  Escribió un libro en 1939 “Lo popular en la plástica española a través de mi obra”. En la Guerra Civil se exilió a Sudamérica.  Sus primeras obras  son alegres, llenas de color, de figuras que caminan, corren,  montan en bicicleta… Más tarde se aproxima a la pintura de la primera Escuela de Vallecas con su serie Cloacas y Campanarios y luego llega a un surrealismo figurativo. Expuso en París y André Breton le compró un cuadro. También expuso en Buenos Aires, Méjico, Nueva York…Su serie  “retratos” de mujeres puede muy bien ser precursora del Arte Pop americano. Cuando regresó a España en la década de los años 60, nadie la conocía. Siguió pintando  con un comportamiento jovial, extravagante que ha hecho que mucha gente la recuerde  como la dama impía del surrealismo.  Es por esto que entre los contertulios surgió la polémica: unos,  partidarios de que la vida de libertad absoluta de esta artista ha eclipsado su arte, frente a la posición de que es  una artista de gran talento que ha sabido romper con todos los esquemas y convenciones. Os dejo dos de sus trabajos: “Verbena” y “Espantapájaros”
En la próxima tertulia, Cecilio Pla y Gallardo.




María Rosa Azorín Matesanz.