lunes, 8 de diciembre de 2014

ANTONIO LÓPEZ O EL BLUFF DE LA MINUCIOSIDAD


Con  motivo de la exposición de ANTONIO LÓPEZ,  del 2011 el el Thysse, escribí un articulo de opinón, sobre el pintor. Ahora y tras la solemne presentación del RETRATO DE LA FAMILIA REAL, que no me ha gustado nada, vuelvo a publicar el articulo, pues visto lo visto, en nada ha cambiado mi opinión sobre tan sobrevalorado pintor.

 Me temo,  y ya hay buena muestra de ello en los precalentamientos de revistas y televisiones, que la retrospectiva o antológica de ANTONIO LOPEZ en el Thyssen, va a sacar  a la luz todos los tópicos que sobre el artista de Tomelloso se han ido creando, en base a su autopromoción y al ¡asombro! de cierto periodismo de salón que admira más el trabajo que el resultado: el niño prodigio del dibujo, que con pocos años llega a Madrid desde el pueblo y asombra a sus compañeros de la Escuela de San Fernando;  que ya con el título empieza un cuadro (léase dibujo, pintura, escultura..) interminable en el que una y otra vez insiste, toma y retoma y nunca lo da por acabado, haciendo de ello virtud de creador minucioso e insatisfecho, que es capaz de milimetrar con paciencia de orfebre la posición de un rayo de sol incidiendo sobre un membrillo para lograr no sé qué efectos artísticos que el solo es capaz de captar y de sentir;  de rustico hombre de pueblo que presume  de ello y como tal se disfraza para posar  para que vean que aún conserva el “pelo de la dehesa”; que filosofa “ex cathedra” sobre todo lo divino y humano con la falsa y aparente modestia del que  “solo sé que no se nada” pero lo dice con una trascendencia y solemnidad que sin decir apenas nada parece que está diciendo algo ; que ni sabe ni le importa el dinero y sin embargo cobra por adelantado un cuadro que nunca da por acabado porque (digámoslo ya) no sabe acabar un cuadro: o se pasa o no llega; que imparte clases magistrales o talleres, que cobra a toca teja y bien, a todos los ilusos “seleccionados”, que luego presumen de haber sido alumnos de ANTONIO LÓPEZ, porque les echó alguna mirada a sus obras mientras las realizaban y les dirigió alguna  sugerencia  bien cobrada y mal digerida, y les habló –eso si- largo y tendido sobre la teoría de la pintura.
   Y en cuanto a su pintura en esta antológica o lo que sea, los que vayan a verla (yo desde luego, no) verán lo mismo de siempre: el cuadro de la Gran Vía sin gente, los lavabos, los retratos de su familiares ajados ya por el tiempo, las manidas esculturas del hombre y de la  mujer recién salidos del paraíso que fue cuando el artista las comenzó a modelar y aún están inacabadas, y otras nuevas de gran tamaño en las que se adivinan otras manos, y como novedad una serie de cuadros inacabados,¡ por supuesto!, y de la Gran Vía,¡ por supuesto!, ya que no puede presentar más obra, pues ni la tiene ni nunca ( al ritmo con el que trabaja) la ha tenido, y que ahora hace de nuevo virtud de ello, diciendo que así podemos ver el proceso de la elaboración de una obra de Arte.
  ¿Dónde está en ANTONIO LÓPEZ  el genio creador e innovador? ¿En cuál de sus cuadros brilla la ráfaga de esa pincelada genial que definen a un artista de temperamento? ¿Qué hay de composición en sus cuadros? Nada. Simpleza. Solo minuciosidad y paciencia real o premeditada para asombrar a los que se asombran del más difícil todavía: pintar la Santa Cena de Leonardo en un grano de arroz, o  estar –supuestamente- toda una vida para pintar unos cuantos cuadros de pequeño y mediano formato o modelar unas cuantas figuras: ¿quizá doscientas  o trescientos obras entre unos y otras?, y ser considerado por ello como un Vermerr o un Velázquez que también pintaron poco.
  Para mí, que no soy nadie pero tengo opinión, ANTONIO LÓPEZ  es un auténtico bluff,  montado por el mismo y por los que se asombran más  del tiempo invertido en realizar una obra de Arte, que del resultado obtenido.
Carlos Bermejo
Bloguero Mayor
Alicante, 25 de Junio de 2011