sábado, 17 de septiembre de 2016

NUESTRO QUERIDO COMPAÑERO RAMÓN FERNÁNDEZ PALMERAL, HA ESCRITO UNA RESEÑA EN LA QUE COMENTA LA PINTURA DE GONZALO SAAVEDRA, POR SU INTERES ARTÍSTICO E INTELECTUAL LA PUBLICAMOS ÍNTEGRAMENTE

                                       <GONZALO SAAVEDRA (a la derecha) CON  PALMERAL>

               ¡¡¡BRUTALMENTE  ORIGINAL!!!: Gonzalo Saavedra

 Del 16 al 30 de septiembre 2016 en Centro de Arte. C/. Arquitecto Morell, 11. (Alicante)

   VISITA E IMPRESIÓN

   A veces, creo que las mejores palabras para condensar una idea es la primera que se te viene a la cabeza, porque es el resultado de una conexión con el subconsciente, éste a veces nos puede jugar malas pasadas, porque la intuición nos puede llevar por escabrosos caminos del pensamiento. Pero al ver ayer tarde la obra de GONZALO  SAAVEDRA, en el Centro de Arte de Alicante, fue la primera palabra que se ve vino a la cabeza: brutal. No sabía muy bien por qué razón esta palabra se unía a la obra pictórica de Gonzalo, conjuntada y original. Al mismo tiempo se me vino a la cabeza un nombre, uno de los grandes del impresionismo como es James Ensor en «La entrada de Cristo en Bruselas» de 1888,  que combina máscaras con la ingenuidad formal con la sofisticación temática y compositiva y constituye un caso único en el marco de las experiencias innovadoras. Un cuadro de gran tamaño que le hizo famosos.  El tema y el conjunto de la obra de Gonzalo también me recuerda a Marc Chagal, e incluso de Henri Rousseau «El Aduanero», por su valentía y exotismo, que incluso era admirado por el propio Pablo Ruiz Picasso, en París.

   Busqué en el diccionario del RAE la palabra brutal y vienen tres acepciones, para definir una intención ponderativa como algo fuerte y muy intenso. Otra acepción es la de raro, extraordinario y maravilloso. La combinación armónica de estas palabras: fuerte, intensa, rayo, extraordinario y maravilloso conversen en una definición: «brutalmente original». Es lo que he sentido al ver estos 66 cuadros, un puñetazo en  la cara por en peso pesado que te deja  K.O. He de volver tranquilamente para ver la obra, pero esta vez prevenido con la guardia alta.

     Como el propio Gonzalo dice: «No quiero pintar la parte más guapa o la más elegante o la de los buenos modales, he preferido pintar la más fea». No es la más «fea», es la realidad de una sociedad que cubre sus defectos con un velo de falsas apariencias y de hipocresías. Es la sociedad del carnaval diario que se cubre el rostro con máscaras, una veces de cartón y otras de falsedades, de engaños, estafas o maldades, en un carrusel  diario. Pero Gonzalo Saavedra veterano de la vida y peluquero de señoras que fuera su profesión, y en sus años mozos estuvo doce años en Londres, se ha encargado de destapar sincrónicamente estas apariencias para dejarnos desnudos. En el periodo de aprendiz de barbero llegó a tratar a muchos personajes como toreros, guitarristas, cantaores e incluso a poetas.  Y que a veces, nos deja con una sonrisa irónica por sus profunda críticas plásticas donde nos reconocemos nosotros mismo reflejados. Pero como si Gonzalo fuera un médium de los dioses, él mismo se pregunta con satírica gracia andaluza: «¿Por qué pinto esto que no es comercial? ¿Quién se atreve a colgar esto en su casa? Y la respuesta la encuentra en sus primeros años en Andalucía y por los años de su profesión que le fue enseñando sobre la vida. Como él mismo dice disfruta pintando lo absurdo, lo incoherente, el despropósito, las borracheras, los comilones, los derrochones, los que quieren aparentar. Su obra la encuadraría en lo que se llama «pintura social» que en todas la épocas ha tenido sus adeptos, el más destacado de todos es Goya con sus aquelarres y su pintura negra precursor de la pintura social, que, de alguna forma desencadena en la pintura costumbrista.

 
 ESTILO PROPIO Y ORIGINALIDAD

   Para ser original como los grandes maestros hay que ser atrevido, valiente, y a la vez  ingenioso, Gonzalo, que, a partir de esta exposición hay que llamarle el Gran Gonzalo, nos incita a admirar sus  visiones oníricas, a menudo ambientadas en la jungla humana, donde aparecen todos los tipos de la sociedad en la que vivimos, desde maleantes, prostitutas, chorizos, drogatas, guardias civiles, policías, curas y extraños tipos singulares como «dragqueen», travesti, o el negro de las despedidas de soltera, Manolo el del bombo etc… etc... Gonzalo es un andaluz ingenioso y gracioso de Jimena de la Frontera y lleva en los genes la gracia y las chirigotas de Cádiz, siempre críticas, aceradas  y acertadísimas, pero esta vez con medalla de oro.  Su  pintura está llena de tipos diversos en la  «feria de las vanidades» propias del comportamiento social y humano, y lo consigue sobradamente, escribiendo carteles en los cuadros que, indirectamente nos recuerdan a los ninot de la Hogueras de san Joan en Alicante.

   Gonzalo, con sus 66 cuadros colgados como violines risueños de la pared del Centro de las Artes de la calle Arquitecto Morell 11 de Alicante, nos demuestra que es un pintor minucioso y muy trabajador. Ayer tarde, en la exposición, me dijo que cuando empezó a copiar la «Fragua de Vulcano» de Velázquez, no le gustaba como estaba quedando, porque parecía una copia, y como ello, no era el fin de su pintura, a los herreros los puso a su manera cómica, lo que lo convierte en una interpretación homenaje a Diego de Velázquez, y no en una copia que no tiene valor artístico. Porque he de decir que él sabe pintar académicamente, pero su camino, su estilo propio va por otros caminos, otras investigaciones y otras innovaciones. Lo que pinta Gonzalo es tan original y tan personal que no se le puede imitar, y lo convierte en único, lo cual es un valor en la pintura actual, donde hay grandes pintores, pero pocos son los que alcanzan  el sello de excelencia original. En mi opinión no es suficiente pintar académicamente lo que podría ser correcto, sino que hay que tener estilo propio reconocible en la nube de los artistas contemporáneos.


ORGULLOSOS

    Podemos estar muy orgullosos en el templo de la Asociación de pintores alicantinos, de tener un pintor de sobrada vanguardia, brutalmente original con el que hay que contar en el futuro. Estábamos acostumbrados a ver sus obras de pequeño tamaño como chistes, como viñetas cómicas pintadas, pero al ver sus obras de gran tamaño algunas de más de un metro de lado, comprendemos la dificultad que ello conlleva. Es como ver una película en televisión o en el cine, es totalmente diferente.  Me llama mucho la atención el retrato irónico de Rey Juan Carlos I, que tiene en la mano una Constitución, una bandera con un toro y un paraguas en cerrado en el brazo derecho y detrás cuadros de caza mayor en África. O el diálogo de los espermatozoides. La ingenuidad de Gonzalo, buscada adrede, como hacía el gran Marc Chagal, nos provocada asombro y a la vez humor. Decía Picasso que le había costado toda una vida llegar a pintar como un niño.   Se podrían comentar los 66 cuadros, pero es mejor verlos.
   Esta no es la primera exposición de Gonzalo, que yo recuerde hizo otra importante hace un año en el Casino Mediterráneo en septiembre de 2015, presentado por el gran dibujante Ramón Rodríguez, titulada «A mi manera». Y es que es así, él pinta a su manera, y solamente aquellos poco duchos en pintura no la entienden.

   La obra de Gonzalo es absolutamente reconocible. No importan las técnicas empleadas en la pintura, todas son buenas si el resultado es bueno. A veces, la pintura de otros pintores rompedores nos pasa como la cerveza, que al principio nos sabe amarga, pero luego nos guasta. Y  Gonzalo en su trayectoria ha sido como la cerveza, nos sabía extraña, pero ahora disfrutamos de ella. En su sátira social  no se salva nadie, ni la Iglesia con un cardenal y monjas pelotilleras jugando al golf. A veces puede ser cruel e incluso  sádico, pero así es el mundo que nos ha tocado vivir. Y él solamente se encarga como los periodistas de contárnoslo, porque tiene el don de ver, donde otros no vemos, por ello Gonzalo es único. Es una obra figurativa social del pos-primitivismo muy contundente y eficaz que cumple muy certeramente la labor de denuncia y a la vez de compromiso. Porque conseguir una composición, desarrollar un tema espontáneo, es harto complejo. Como dijo ayer Carlos Bermejo en la presentación: «Se trata de un pintor de lo más versátil que toca todos los temas, pues aunque los más conocidos sean los más populares de famoseo y de crítica irónica sobre nuestro tiempo, también le gusta pintar paisajes urbanos de los pueblos tradicionales con figuras incluidas, vista desde un matiz de la ingenuidad, que sin caer en lo naif, le confiere una tremenda originalidad».

CONCLUSIÓN

    Y para terminar, aunque se me dejo muchas cosas en el tintero, he de decir que Gonzalo ha puesto una pica en Flandes, y que su obra es digna de estar en los museos, y recorrer Madrid, Bilbao o Sevilla, porque es un  valor, no ya en bruto, como se suele decir, sino un valor consolidado, digno de estar en las mejores colecciones privadas de Alicante y España. Tengo que decir Gonzalo, que ¡CHAPÓ! A quien admiro con «todo mi corazón desmesurado» como dijera el gran Miguel Hernández. Me viene a la cabeza el nombre de otro gran Gonzalo, el de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán.

Ramón Palmeral
Pintor y escritor
Alicante, 17 de septiembre de 2016