OPINION
Entre los que nos movemos en el mundillo de las exposiciones y los propios artistas, la frase que abre este artículo es la más repetida entre unos y otros y nos habla de la crisis de ventas que se da en la actualidad. Hace unos cuatro o cinco años, el pequeño aficionado, el conocido, el amigo o el familiar del artista, eran los potenciales compradores de alguna de las obras que se exhibían en las múltiples exposiciones que a lo largo del año se daban en Alicante. Ellos eran los que alimentaban el sueño del incipiente artista, de poder cubrir los gastos y hasta de hacerse con un sobresueldo que alimentara económicamente su afición. También, era un medio de vida para algunos artistas que, a caballo entre la afición y la profesionalidad, pero siempre moviéndose en los círculos locales, vendían en exposiciones y galerías de arte más o menos comerciales, parte de su producción y de eso vivian (algunos muy bien).
Todo ese pequeño mercado del arte local, ha sido el primer perjudicado con la crisis económica. Los potenciales compradores de la obra de arte no especulativa, son a su vez los primeros afectados en sus ingresos, o si no lo son directamente, tiene que ayudar al familiar más cercano que lo necesita, o si tampoco es el caso, se retraen en sus compras de bienes no imprescindibles por miedo a la agravación de la crisis. Y eso ha dado lugar a que en boca de todos y por la evidencia de los hechos, la frase ¡NO SE VENDE NADA! sea el colofón con el que finalizan casi todas las exposiciones que se dan en nuestra ciudad. Eso que para los que no vivimos de la pintura (iba a decir que “afortunadamente” pero no lo digo porque a cualquiera de nosotros nos gustaría vivir de nuestra vocación sea la que sea) no constituye ningún grave problema económico, para los que han hecho de su arte un medio de vida, se ha convertido en un drama, del que no se salvan ni siquiera los que se apoyaron en la enseñanza para subsistir, porque también escasean los alumnos.
¡Malos momentos para el Arte y para los artistas profesionales, aunque por algún Barceló se paguen millones de euros!
Sin embargo para los afortunados ( ahora sí) que pintamos por el placer de pintar, no existe ni debe existir crisis alguna, si todos los días nos levantamos con la ilusión de trabajar en el cuadro que tenemos entre manos, o del que vamos a empezar y que estamos seguros va a ser mejor que el que hemos terminado, porque nos sentimos capaces de lograrlo aunque luego tampoco nos deje satisfechos y volvamos a empezar otro que, aun siendo mejor que el anterior, no aquietara nuestro anhelo de “algo mejor” que morirá con nosotros sin que nunca lleguemos a alcanzarlo, porque, entonces sí, estaríamos muertos para el Arte.
¡Ánimo y a pintar y a almacenar para cuando vengan tiempos mejores! Y mientras tanto sigamos llenando nuestras alforjas vitales de un placer que si no llena nuestros bolsillos, si llena de sentido de nuestras vidas.
Carlos Bermejo
Alicante, 16 de Julio de 2011