Por su interes literario e informativo sobre la exposición ·HISTORIAS SIN PALABRAS", inaugurada ayer viernes en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés, transcribo el comentario que sobre la misma ha realizado nuestro compañero RAMÓN "PAMERAL"
Comentarios de la exposición fotográfica de Fernando Mateo & Julio Escribano
Acelerado y con el corazón exprimido como
un limón, me pongo esta mañana al ordenado sin pausa. A veces, uno
va a las exposiciones llevados por el compromiso de las invitaciones de
los amigos, o como arropamiento de los
artistas compañeros. Pero en esta ocasión ha sido una feliz idea el haber ido,
porque me he venido casi flotando y esto sí que es raro en mí, por mi “mala
pata”, como si hubiera tomado un sorbo del bálsamo de Fierabrás esa poción mágica capaz de curar todas las dolencias del cuerpo
humano, según Don Quijote de la Mancha. Además me he podido saludar a
compañeros que hacía tiempo no veía. Y a otros, a los que no saludé porque en
la sala de Ámbito Cultural no cabía ni un alma más errante de la belleza.
Con permiso de Julio Escribano y Fernando
Mateo, me voy a convertir en algo así como traductor de esta exposición fotográfica
que ellos han titulado “Historias sin palabras”, que es lo mismo que “non coment”, y sin palabra nos habéis
dejado, acercándonos o alejándonos de la realidad de los instantes, al unirse
en vosotros dos fuerzas progresivas y recíprocas en un mano a mano, haciendo
uso de la licencia taurina, y en que además sirve el lema de los Reyes
Católicos: “Tanto monta, monta tanto Julio como Fernando”, que se puede ver y
admirar durante este segunda quincena de octubre, y por añadidura os la
recomiendo.
Tras la presentación preceptiva tanto de
Cristian Cutillas, gestor de Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Alicante,
como la del inefable y siempre acertado Carlo Bermejo, secretario de la
Asociación de Artistas Alicantinos, que se derramó en elogios hacia Fernando y
Julio como gran conocedor de la trayectoria de ambos, éstos por su parte,
tomaron la armadura de las palabras para hablar de las colección de las
historias expuesta en imágenes, y, como no, hablaron de lo que traían y
agradecieron la asistencia del respetable. Luego hubo un vino de honor con cava
de La Mancha y pastas, y se formaron los corrillos habituales en las tablas. A continuación me entrevisté con cada uno de
los artistas-fotógrafos, porque un
fotógrafo hace tiempo que dejó de ser artesano del fotomatón para ascender en
rango y ser ascendido a oficial de las artes.
A Fernando Mateo le pregunto
sobre la técnica emplea para su serie “Enfarinats” o en harinados, referida a la tradicional guerra de harinas
que se celebra cada años en Ibi el 28 de diciembre, día de los Santos
Inocentes, donde por poco pierde un oído
por culpa de una carretilla que le explotó muy cerca de la oreja, riesgos del
oficio más peligroso del mundo, o si no que se lo pregunten a los reporteros de
guerra. De Mateo me llamó la atención esta serie de enharinados vestidos con
trajes de época, y además la foto en
blanco y negro de un músico de color en Roma, la del reflejo del ayuntamiento
de Alicante o la del palmero subido a una palmera que parece tomada de noche
con luz de luna y que según me cuenta la hizo a las cuatro de l tarde, lo que
ha pasado es que ha usado unos filtros. Pero no hay mejor forma de describir
esta escena del palmero que acudir a nuestro Miguel Hernández, cuando en Perito en lunas escribe:
Jinete que a tu misma
grupa vienes
para entrar con las luces en batalla,
de la copa dorada, por tu empeño,
haz la degollación, tras el ordeño.
A Julio Escribano le pregunté por el
proceso creativo de su juego de luces, composiciones nuevas, y, a mis preguntas
de si había utilizado el “Photoshops”, me dijo rotundamente que no, que era el
resultado de buscar reflejos, lunes, cristales y otras casualidades, lo que el
objeto captura sin trucos ni cartón, aunque él tampoco está en contra de que
otros fotógrafos lo usan. Y la verdad es que ha conseguido una obra muy
original y colorista abstracta. Y para no dejar el texto de Julio sin una cita
poética, recuerdo a mi adorado Federico García Loca cuando escribe sobre la luz
que es una alucinación:
Y una
alucinación
me ordeña las miradas.
Veo la palabra amor
desmoronada.
me ordeña las miradas.
Veo la palabra amor
desmoronada.
Aunque
el vocabulario jergal de los fotógrafos en muy técnico, como pixeles, enfoques,
bull de velocidad, obturador y no sé que cuantos tecnicismos más, evitaré
hablar de ello porque, lo que yo sé es darle al botón del disparador en
automático y a lo que salga. Sin embargo, en bueno aplica la oreja por si se me
pega lago y aprendo, y es que esta exposición sirve para implicarme más en la técnica
fotográfica, en el oficio del domador de disparos de luces y contraluces, cazadores empedernidos de instantes, escenas, motivos, momentos de la
vida y del alma de las cosas, que a veces, te quedan grabada en la mente y no
las puedes olvidar.
Es que como espectador privilegiado por
haber asistido a la inauguración, no me
puede venir a casa y acostarme sin más, en un sueño plácido, porque después de ver estas
fotos casi no podía acomodar el sueño al beso de la almohada, sobre todo cuando
uno viene reventado de emociones y, piensa, en las fotográficas e imagina en
las instantáneas, y además que se han quedado allí solos en la oscuridad hablando entre ellos de cómo ha ido
la inauguración, porque tienen vida y palabars. Porque considero que las obras de arte tienen
vida propia como la luz de un diamante encarcelado en el cristal.
Por lo general, cuando admiro una
fotografía lo primero que me viene a la cabezas es la siguiente pregunta: ¿qué
estaba pasando por la cabeza del fotógrafos cuando capturó una u otra escena,
por qué buscó, seleccionó uno y otro encuentre, enfoque, qué intensidad de
“ruidos” evitó, o por qué rompió la ley de la compensación de las formas,
volúmenes o masas? Estos momentos de
oprimir el disparador como un pulsar de corazones, es siempre un instante decisivo e irrepetible, a veces
buscado, pero casi siempre encontrado, como suele ocurrir con los grandes
inventos.
Esta fotografías, muchas en blanco y negro,
como requiere la tradición del género fotográfico con un balance de tonalidades
de tonos fríos y a veces ocres, neblinas o en movimiento, me paro a reflexionar
y es que nunca acabas por despegarte de las fotografías expuestas, algunas de
tamaño grande. En su conjunto son historias urbanas, juegos de luces y colores
que te elevan la temperatura, sólo la fotografía puede conseguirlo gracias a las
máquinas actuales digitales y sofisticadas. En algunas fotos de Escribano abundan
los efectos de la luz de las cosas más simples de fuegos artificiales.
Cuando uno quiere escribir frente al ordenador
con la fuerza de la crítica propia y objetiva, lo primero es deshacerse del encantamiento que has sufrido,
quizás por los efluvios del cava honor más el recuerdo de las imágenes y la
charla con los amigos. Uno acude a la llamada: “atención memorística del
interés” que como una descarga eléctrica nos sacude la memoria, y me pregunto si he sido yo solo el herido o
además los otros espectadores también
han sido víctimas de este encantamiento. Queremos comprobar que no somos solamente nosotros, uno más de los afectados,
el que ha recibido ese rayo de luz en la memoria de las retinas que por poco
nos ingresan en el hospital. Por eso, sólo me queda recomendar esta exposición
que considero muy original por los temas presentados, acertada por la
composición, sugestivo por la emoción recibida… Y estoy seguro que volveré a
verla con más de talle para observar en solitario ese mundo imposible de
olvidar de los “farinats”, la mujer mendigo, los reflejos de edificios en el agua, el
músico, el palmero, los nocturno, el pase de pecho de un torero que se ha
movido o reflejos de figuras en el agua, o la más inaudita e imposibles
composiciones de colores.
Felicitaciones a los dos por
este regalo de imágenes, y os convido a
seguir por el único camino que en arte es acertado: el de trabajar con toda
libertad y ganas de descubrir nuevos mundos, que estás en éste pero por una u
otras razones no los vemos.
Ramón Fernández Palmera
Escritor, poeta y pintor
Alicante, 18 de octubre 2014
Un abrazo