En la última sesión nuestra protagonista fue
Maruja Mallo, una de las artistas olvidadas del grupo de intelectuales que
formó la “generación del 27” del pasado s. XX en España. Conoció a todos los importantes: Dalí,
Buñuel, Lorca, Alberti,… y a las mujeres que también fueron importantes en el
grupo pero que no se las ha reconocido durante mucho tiempo: Concha Méndez,
Margarita Manso, María Zambrano, Josefina Carabias… Eran jóvenes que amaban su
libertad y actuaban con espontaneidad y sin remilgos: escritoras, filósofas, artistas, poetas,
periodistas, preparadas para ejercer un trabajo digno en la sociedad sin
olvidar su condición de mujer. Maruja
Mallo era un espíritu inquieto, muy activa, transgresora en su vida privada y
en su arte. Su carrera artística fue una continua experimentación. No tuvo
necesidad de conseguir un estilo propio. Trabajó en muchas disciplinas:
pintura, cerámica, ilustración, escenografía… Participó con artículos en varias
revistas literarias (de ahí que Ortega y Gasset le ofreciera una exposición
individual en 1928 en los salones de la Revista de Occidente que él
patrocinaba) Con Rafael Alberti tuvo una relación amorosa que no acabó bien,
pero una colaboración artística muy fructífera, en la que ella ilustraba sus
poemas y sus teatros. También tuvo una aventura con el poeta Miguel Hernández.
Fue profesora de instituto y colaboró en las Misiones Pedagógicas durante la
República. Escribió un libro en 1939 “Lo
popular en la plástica española a través de mi obra”. En la Guerra Civil se
exilió a Sudamérica. Sus primeras
obras son alegres, llenas de color, de
figuras que caminan, corren, montan en
bicicleta… Más tarde se aproxima a la pintura de la primera Escuela de Vallecas
con su serie Cloacas y Campanarios y luego llega a un surrealismo figurativo.
Expuso en París y André Breton le compró un cuadro. También expuso en Buenos
Aires, Méjico, Nueva York…Su serie
“retratos” de mujeres puede muy bien ser precursora del Arte Pop
americano. Cuando regresó a España en la década de los años 60, nadie la
conocía. Siguió pintando con un
comportamiento jovial, extravagante que ha hecho que mucha gente la
recuerde como la dama impía del
surrealismo. Es por esto que entre los
contertulios surgió la polémica: unos,
partidarios de que la vida de libertad absoluta de esta artista ha
eclipsado su arte, frente a la posición de que es una artista de gran talento que ha sabido
romper con todos los esquemas y convenciones. Os dejo dos de sus trabajos:
“Verbena” y “Espantapájaros”
En la próxima tertulia, Cecilio Pla y Gallardo.María Rosa Azorín Matesanz.