VISITA AL ESTUDIO DE MÁS CALABUIG
La primera
impresión al entrar en el amplio local de su estudio, cercano a la urbanización de El Palmeral, fue de sorpresa y, nuevamente de sana envidia hacia quien tenía
la suerte de tener algo con lo que todos los pintores hemos soñado alguna vez.
Estantes, mesas de trabajo, compartimentos para los cuadros, el horno para las
piezas de cerámica que modela su mujer Vicenta Pla y el mismo,
como luego me dijo, y en fin todo lo que seguramente colmaría las aspiraciones
de la mayoría de nosotros. Luego comenzó a enseñarme obra de todos los tamaños
y técnicas: óleos, principalmente, pasteles, tempera ,acuarela y no recuerdo si
también acrílicos, porque las obras pasaban ante mi retina con la velocidad que
pasan lo postes que sujetan la catenaria cuando viajas en el AVE. Sin embargo
era una gozada el ver la vorágine de aquel calidoscopio de formas y colores, de un
impresionista que no lo es, de un expresionista que tampoco lo es, de un abstracto que no llega a serlo y
en fin, de alguien que algún día estuvo influenciado por esas corrientes pictóricas que subyacen
emboscadas por los rincones de sus cuadros, pero que ya no son protagonistas de
los mismos, porque la impronta personal y la técnica adquirida le dan a la obra
de Manuel Mas el protagonismo de un estilo propio, sin el cual nadie puede
considerarse como un pintor completo.
Manolo Mas ha
tenido el acierto, a mi entender, que partiendo de la figuración cezadiana de
los cuadros más antiguos que me enseñó, no ha caído por completo en el abismo
de la abstracción pura y dura, en la que muchos figurativos caen por aquello de
la modernidad. El se ha atrincherado en
el borde y ahí está jugando con la ambivalencia
de las dos tendencias, para hacer una obra personal y colorista que podríamos calificar, por aquello de
nuestra tendencia a encasillarlo todo, de abstracción figurativa, cuya riqueza
cromática surge de su habilidad para dosificar los colores complementarios y
los adyacentes. Habilidad que también derrocha cuando pretende y consigue evanescencias poéticas a lo Corot, utilizando una gama de
azules y verdes análogos. Y que se desborda en los monocromáticos, como pude
apreciar en un paisaje en amarillos que me recordaba, por la acuosa ligereza
del empaste, algunos cuadros de mi paisano Ramón Gaya.
Extracto del texto de "MIRAN UN CUADRO", al que fue invitado por mí, en octubre de 2008.
Carlos Bermejo