Ayer tarde a las
18,30 que es la hora oficial de comienzo de la tertulia, aunque siempre se
conceden unos minutos de cortesía para los rezagados, tuvimos el placer de
debatir sobre el gran pintor Aureliano de Beruete, el cual lleva el mismo
nombre que su hijo Aureliano de Beruete y Moret, el que fuera el primer
Director del Museo del Prado, entonces para distinguirlos, al padre que es el
que tratamos ayer, se le conoce para no confundirlos como Aureliano de Beruete,
que nació en Madrid el 27/09/1845 y
falleció el 05/01/1912, hijo de una familia acomodada, estudió derecho y se Doctoró, llegando a ser
Diputado electo el 1871 y 1872, hasta que el golpe de estado del General Pavía
en 1873 acabó con su carrera política.
Habiéndose formado
artísticamente en la Academia de B.B.A.A. de San Fernando de Madrid , fue
alumno de Carlos de Haes, de quien aprendió mucho y llegaron a hacerse amigos y
salir juntos a pintar al aire libre en múltiples ocasiones por la Sierra de
Guadarrama. Amigo de pintores como Martín Rico, el aristocrático Ramón Casas o
incluso el famoso Joaquín Sorolla, el
cual le pintó dos de sus mejores retratos y quien a la muerte de su amigo
Beruete, le organizó la primera exposición antológica en su palacete madrileño.
Así mismo como intelectual que era, con
un ideario krausista formó parte del círculo de profesores e intelectuales como
Nicolás Salmerón o Francisco Giner de los Ríos, que a partir del Colegio
Internacional y luego de la Institución
Libre de Enseñanza, aportaron al mundo de las artes lo que se conoció como el
espíritu noventayochista a partir de la estética castellana y su historia.
Según los críticos
fue a partir de 1891, cuando Beruete comienza su segunda etapa artística,
abandonando de forma definitiva el academicismo del que estaba impregnado por
su maestro Carlos de Haes, y entonces su pintura se hace mucho más avanzada y
valiente con trazos muchos más sueltos y acercándose más, quizás influido por
su paso por la escuela de Barbizon, a los impresionistas más avanzados, los
encuadres más recoletos se transformaron en composiciones abiertas y luminosas,
entre las cuales se distinguen los alrededores de Madrid , Toledo y la Sierra de
Guadarrama, o de la Cornisa Cantábrica.
En algunas de sus
obras de su segunda etapa, se muestra como un pintor postimpresionista, rozando
el expresionismo figurativo, lleno de fuerza expresiva, por sus rotundas
pinceladas, muy sueltas y siempre con un dominio del color permanentemente
personalizado sabiamente.
En resumen, una
tertulia en la cual todos los contertulios nos deleitamos analizando con
detalle, las múltiples cualidades y características de sus obras, con
comentarios diversos de todos los contertulios que tuvieron a bien el hacerlos,
llegando a la conclusión de que fue uno de los grandes maestros del paisajismo
español.
Pedro Ortiz Olivas